DR. FAUSTINO HERRERO: “EN CUALQUIER SISTEMA SANITARIO DEL MUNDO, POR ENCIMA DE IDEOLOGÍAS Y CREDOS, SIEMPRE HAY UN PACIENTE Y UN MÉDICO”

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El Dr. Faustino Herrero es especialista en Medicina Interna, ya jubilados tras 42 años de ejercicio de la Medicina. Este año recibe el Premio Hipócrates del Colegio de Médicos a la trayectoria y dedicación profesional. Recogerá el galardón en la cena del Encuentro Colegial, el viernes 22 de junio, en el Parador de Lorca

 

1. Este año recibe el Premio Hipócrates 2018 del Colegio de Médicos a la trayectoria y dedicación profesional, ¿qué supone para usted este reconocimiento?

 

Cuando uno se plantea unos objetivos y los alcanza, siente satisfacción. Cuando no se los propone, sino que le sobreviene el reconocimiento por parte de los demás, la satisfacción se transforma en orgullo, y le gratifica. Cuando me dijeron que era Premio Hipócrates del Colegio de Médicos me vinieron dos cosas a la cabeza. La primera de ellas fue “¿qué he hecho yo para merecer esto?” y la segunda, “ojalá no forme parte nunca del patrimonio de las equivocaciones del Colegio y de mis compañeros”.

 

2. ¿Cómo ha evolucionado la profesión en los 42 años que ha estado ejerciéndola?

 

Ha sufrido un cambio brutal. La humanidad ha pasado por distintas revoluciones: agrícola, industrial, y yo creo que, ahora mismo, estamos inmersos en la tercera, que es la revolución tecnológica.

 

En los años 60 y 70 del milenio pasado, el diagnóstico clínico era buscar un gato negro, que no estaba, en una habitación oscura, sin ningún tipo de ayuda tecnológica.  Hoy, te podría decir que si Gregorio Marañón, Jiménez Díaz o Ramón y Cajal levantaran la cabeza, se volverían a morir del susto.

 

Pero todos los adelantos están al servicio del hombre y, en el caso concreto de la Medicina, no hay que olvidar que hay médicos y trabajadores sanitarios porque hay enfermos. Lo malo llega cuando no se dosifican adecuadamente las destrezas y conocimientos, la empatía, la consideración y el decoro hacia un paciente que es el centro del sistema sanitario. Si no se dosifican adecuadamente estos quehaceres humanistas con la inmisericorde y cruel tecnología, nos metemos en un vuelo rasante camicace. La tecnología no puede deshumanizar la Medicina. La tecnología no es inofensiva, tiene efectos secundarios, y no hay que perder de vista que al final de las resonancias, al final del PET, al final de la genómica y de hacer tratamientos en los genes, siempre se encuentra una persona, perteneciente a la especie humana, que es la que dice dónde, cómo y hasta cuándo se deben hacer estas cosas.

 

3. ¿Hacia dónde va el futuro de la Profesión?

 

En el Génesis, se decía que “seréis como dioses” y estamos siendo como dioses, ya que hemos llegado al origen de la vida. Hemos llegado a donde está la materia, el sustrato de la vida. Incluso en laboratorios, a partir de enzimas, de aminoácidos, de proteínas… se ha producido vida. Esto produce un vértigo metafísico en el que el arco de la razón se tensa y llegamos a un abismo. La inteligencia tiene el arma principal, es la razón que no atenta nunca contra la lógica, pero cuando se llegan a estos espacios abismáticos, la Medicina se convierte en una cosa tan importante como para dejarla solo en manos de los médicos. Precisa de otras cosas. Por eso, nació una rama de la filosofía y la ética, que es la bioética y ya se dice que el médico no tiene que ser maleficente, primero no dañar, como decía Hipócrates, hay que tratar a los demás como te gustaría ser tratado, no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti, practica el principio de justicia, sé justo y equitativo, supera prejuicios muy viscerales y muy de mano de las emociones.

 

Y, por último, trata a todo el mundo como tú querrías pero sabiendo que no a todo el mundo le gusta lo mismo que a ti.

 

El paciente es el centro del universo sanitario y hay que respetarlo, hasta el punto de “nunca le haré pruebas diagnósticas sin su conocimiento, sin su consentimiento, pondré tratamientos que, una vez explicados, no hayan sido autorizados por usted…”. Esto implica contar las bondades pero también las maldades que pueden tener determinadas cosas.

 

Al final, en cualquier sistema sanitario del mundo, por encima de ideologías y de credos, siempre hay un paciente y al otro lado de la mesa, un médico.

 

Y lo que no puede faltar es justamente eso: el paciente y el médico.

 

4. ¿Por qué Medicina?

 

Estoy convencido de que las grandes pasiones se incuban en la infancia y en la adolescencia. Tuve la suerte de tener un padre médico, con una sombra muy alargada en mi vida. Él decía que fuera de la Medicina, no existe un futuro. Es de la mejor manera que se puede trabajar por los demás.

 

No pensaba que pudiera haber algo que pudiera llenarme tanto como teniendo consideración y decoro con el resto de personas.

 

5. Y dentro de la Medicina, ¿por qué Medicina Interna?

 

Fui alumno interno en el hospital clínico de Madrid, en la cátedra de Díaz Rubio y allí me di cuenta de que había enfermos que se resistían a un etiquetado diagnóstico y terapéutico, enfermos de “qué será”, poli patológicos y poli medicados. Ahí se necesitaba una figura que abarcara en superficie, que no en profundidad, todo lo que estos enfermos conllevaban y que esta figura fuera integradora, que ejerciera el tutelaje de estos pacientes y, en un momento determinado, que decidiese a qué especialista debía ir.

 

El internista es el generalista en un hospital. Igual que el Médico de Familia lo es en el centro de salud, sin que ninguna especialidad vaya en detrimento de la otra, y esto es lo que me gustó de la especialidad.

 

De los 42 años de ejercicio activo, ¿algún recuerdo o etapa especial?

 

El día que me matriculo en Medicina, podría ser un gran día. El día que termino la carrera, diciendo “·ya soy médico”, tampoco es un día que pase desapercibido, pero fonde se forja el criterio, donde se conoce dónde aplicar lo aprendido durante la carrera, es en la residencia. No solamente nos enseñan a volar, sino que nos dan las alas, y nos hacen enfrentarnos para lo que hemos sido formados. El aroma de esa época es insustituible. En la formación de los ´medicos es donde un país se juega el porvenir sanitario. En esa etapa nos enfrentamos a alegrías, penas, miedos, posibilidad de errores, aprende que donde hay dolor, enfermedad y muerte es territorio sagrado.

 

6. Lleva 4 años en Cruz Roja de la Región de Murcia, los dos últimos como presidente…

 

Nos movemos en un ambiente privilegiado. Este mundo es difícil, sobre todo para esas personas a las que ahora llamamos vulnerables o en peligro de exclusión. Cruz roja es una organización neutral, imparcial, universal, equitativa y tiene la figura del voluntario, que son personas capaces de entregarse  a los demás para llegar donde no llega ninguna otra protección. Yo me siento con ganas de hacer algo por los demás. Me encuentro realizado en el resto de personas que lo necesitan, y esto le da sentido a la vida.

 

7. ¿Qué consejo le darías a los residentes?

 

El MIR una etapa muy importante e irrepetible, que está acotada en el espacio y en el tiempo, es un territorio protegido, en el que el residente tiene una responsabilidad que va siendo creciente y que es supervisada. ¿Consejos?... Hace 8 o 9 años, en una conferencia, escribí lo siguiente: “coged un mueble y fabricad un árbol”. Esto solo lo pueden hacer personas que estén locas por diagnosticar, locas por curar, locas por su trabajo... Uno de los consejos es que no tengan miedo a nada, excepto al miedo. Otra cosa es que nunca hagan las cosas porque las hagan los demás, si no están convencidos.

 

8. Si no hubiese sido médico, ¿qué hubiese sido?

 

Si no pudiera ser médico, sería algo relacionado con las ciencias de la Biología, ya que no puedo ser poeta y que no he nacido en el siglo XIX en Francia, que es lo que realmente me habría gustado…

 

Información publicada el 11 de junio de 2018

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