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Riesgo cardiovascular y su control: necesidad de un enfoque preventivo

Riesgo cardiovascular y su control: necesidad de un enfoque preventivo<br>

El riesgo cardiovascular hace referencia a las probabilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular que son las causas más frecuentes de mortalidad en las sociedades occidentalizadas e incluso en los países en vías de desarrollo. Los dos grandes contingentes de esos procesos lo forman la cardiopatía isquémica con su variante el infarto agudo de miocardio y los ictus generalmente aterotrombóticos. El sustrato común de estos procesos es el desarrollo de la arteriosclerosis que afectan a las arterias que irrigan los llamados órganos diana: corazón, cerebro y riñón. Lentamente, pero de forma inexorable se va desarrollando la placa ateromatosa en la pared vascular que va progresando durante décadas hasta que llega a comprometer la circulación sanguínea y es entonces cuando el proceso de silente pasa a ocasionar señales o síntomas según el déficit irrigatorio del área del órgano afectado. O bien, termina por ocluir la luz vascular y es entonces cuando de forma brusca se presenta el problema, o un infarto de miocardio o un ictus.
Detrás de este proceso se encuentran los llamados factores de riesgo cardiovascular que son los facilitadores y aceleradores de la arteriosclerosis. Un factor de riesgo cardiovascular, no es nada más que un predictor estadístico de desarrollar una complicación cardiovascular en un futuro. Su presencia multiplica las probabilidades de presentar una complicación cardiovascular a medio plazo. Los más importantes y por eso llamados factores de riesgo cardiovascular mayores son: la hipertensión arterial, la dislipemia, la diabetes, el tabaquismo y la obesidad tan extendidos entre la población general.
Para afrontar este problema debemos plantearnos un enfoque preventivo desde la infancia y adolescencia que trate de evitar o retrasar el desarrollo de la arteriosclerosis. Se trata de ganar años potenciales de vida activos sin complicaciones cardiovasculares. Es lo que se definió como “compresión de la mortalidad”. Es decir, si en el continuum cardiovascular de un determinado paciente podemos ayudarle a darle años de vida activos sin problemas cardiovasculares y dejamos las potenciales complicaciones que pudieran aparecer para sus últimos años de su vida, habremos ganado una batalla importante. Es lo que vulgarmente se conoce como, “dar vida a los años más que años a la vida”. Es decir disfrutar de una vida plena y satisfactoria libre  de lesiones.
Centrándonos en este planteamiento, debemos señalar los pilares fundamentales que conocemos con evidencias científicas que avalan la prevención o incluso en algunos casos la regresión de ciertos procesos cardiovasculares.
El primero y más importante de todos ellos es una alimentación saludable. En ese sentido la dieta tipo mediterráneo con sus variantes atlántica, nórdica, dieta DASH, etc. ha demostrado con evidencias incuestionables que su seguimiento se ve acompañado de una reducción de complicaciones cardiovasculares y de determinados procesos oncológicos. En segundo lugar, la práctica regular de ejercicio físico que es otra piedra angular de la prevención cardiovascular. La práctica de ejercicios dinámicos intercalados con ejercicios de fuerza, produce adaptaciones positivas en nuestro sistema cardiovascular, ayuda a mantener un peso adecuado y proporciona una sensación placentera de bienestar.


Todo adulto debe realizar al menos 150 minutos de ejercicio físico a la semana.
Aparte de la dieta y el ejercicio físico, mantener una sólida red de apoyo social y familiar es importante para nuestra salud. Relacionarnos con nuestros familiares y amigos produce sensaciones positivas de bienestar y reduce el riesgo cardiovascular, así como nuestra relación con el medio. Hay que visitar los espacios verdes y azules y debemos mantener un entorno laboral agradable.
Otro pilar importante es evitar las conductas adictivas, entre las que desatacan el tabaquismo y el consumo alcohólico, aparte de otras alteraciones como los trastornos de la conducta alimentaria o la dependencia de las nuevas tecnologías.
Otro aspecto a destacar es el control de las situaciones estresantes identificando su procedencia, bien sean del ámbito laboral, social o económico y tratando de afrontarlas satisfactoriamente, procurando priorizar tareas y no sobrecargarnos de trabajos que nos abruman y perjudican a nuestra salud. En este sentido cabe señalar que la exposición continua a ruidos de alto volumen es un estresor físico.
Mantener un sueño de buena calidad y en cantidad suficiente es necesario para nuestra salud en general y la cardiovascular en particular.
Todo lo mencionado además de convivir en espacios libres de contaminación ambiental o acústica es importante para controlar el desarrollo de los factores de riesgo cardiovascular qué al fin,como ya se ha mencionado, aceleran el desarrollo de la arteriosclerosis y con ello promueven la aparición de enfermedades cardiovasculares.
Una vez descritos los pilares en los que se fundamenta un estilo de vida saludable, habría que analizar cómo aplicarlos y en quién recae la responsabilidad de transmitirlos correctamente.  A este respecto, no cabe ninguna duda que la más importante y fundamental es la familia. La transmisión de buenos hábitos cardiosaludables desde la infancia en el seno familiar es importantísima. En segundo lugar, no debemos olvidar que el reforzamiento de este estilo de vida debe complementarse en la escuela y ahí reside la importancia que los maestros tienen en aplicar estos hábitos y saberlos transmitir a los niños. Si esto se logra habremos triunfado, porque a partir de ahí es cuando se pone en marcha el seguimiento de un determinado tipo de comportamiento y es más importante y eficiente aplicar una prevención primaria que luego tratar de corregir ciertos hábitos ya arraigados difícil de controlar y con el proceso subyacente ya puesto en marcha.
La labor preventiva es multidisciplinar y excede de las competencias médicas. Todos debemos emplazarnos para luchar activamente contra las enfermedades cardiovasculares, pues si no es así, difícilmente ganaremos esta guerra.
Los médicos necesitamos en este tema del concurso y apoyo de enfermeros, nutricionistas, monitores de ejercicio físico, licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFD), psicólogos, etc. La sociedad tiene que tomar conciencia de este problema y al igual que en épocas anteriores se luchó contra otros procesos que dominaban las causas de mortalidad y se triunfó, véase el control de las enfermedades infecciosas, ahora toca revertir esta situación y controlar la enfermedad cardiovascular, abordando el tema con un carácter multidisciplinar y aplicando un estilo de vida saludable desde la infancia.


Noticia publicada el 29-09-2025
Artículo elaborado por José Abellán Alemán, presidente de la Sociedad Murciana de Hipertensión Arterial y Riesgo Cardiovascular, en el que explica los pilares fundamentales que conocemos con evidencia científica que avala la prevención o, incluso en algunos casos, la regresión de ciertos procesos cardiovasculares
Publicado en La Verdad digital el 24 de septiembre de 2025
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